Carlos Correa le había dicho a su compañero Yordan Álvarez que éste era su día. Tuvo razón.
Relegado a la banca durante dos noches, Yordan Álvarez estaba ansioso por responder. El domingo lo hizo, con tres swings.
Los Astros de Houston dieron al novato cubano la encomienda de jugar de inicio el quinto encuentro de la Serie Mundial. Álvarez los recompensó al batear de 3-3, con un tremendo jonrón de dos carreras ante Joe Ross, quien abrió el duelo por los Nacionales de Washington.
Houston tomó la ventaja por 3-2 en el Clásico de Otoño y está a una victoria de obtener su segundo título en tres años.
El cuadrangular fue el primero de Álvarez en los playoffs y guio a los Astros a una victoria de 7-1.
Cuando los peloteros de Houston volvieron al clubhouse, el boricua Correa le recordó a Álvarez su predicción.
“¿Ves? Te lo dije”, le comentó. “Éste era el día”.
Ningún pelotero tan joven de la Liga Americana había conectado tres hits en un juego de la Serie Mundial desde 1957.
“Nunca pensé que estaría acá en las mayores, en el gran escenario y haciendo esto”, manifestó Álvarez.
Pese a batear para .500 en los primeros dos duelos del Clásico de Otoño, Álvarez tuvo actividad apenas limitada en el tercero y en el cuarto duelo. En el parque de la Liga Nacional no se permite el bateador designado, y los Astros no estaban convencidos de las virtudes defensivas del pelotero.
Álvarez realizó tres swings en dos apariciones como emergente. En las dos ocasiones fue retirado con elevados.
Los Astros ganaron esos dos duelos sin ayuda de Álvarez. Pero el manager AJ Hinch tenía un plan.
No quería que Álvarez se sentara demasiado tiempo. Así que vio una oportunidad en una noche en que el as Gerrit Cole subió al montículo. El piloto pensó que Cole suele lograr muchos ponches, por lo que habría menos pelotas en juego.
Cole repartió nueve ponches, y Álvarez no tuvo problema con la única pelota que le llegó, una línea al jardín izquierdo.
Y con el bate, no se cansó de hacer daño a los locales.