Internet móvil llegó a Cuba hace un año y, al igual que sucedió una década atrás en el resto del mundo, ha cambiado el día a día de la gente. Conscientes de esto, los jóvenes emprendedores se han apresurado a replicar en la isla los servicios y aplicaciones más populares del exterior.
Los cubanos sufren un doble bloqueo: el externo, propiciado por el embargo financiero y comercial de Estados Unidos, y el interno, derivado de la reticencia de sus dirigentes a modernizar la economía y liberalizar el sector privado. A ambos se atribuye el retraso en la llegada de internet -los primeros puntos wifi datan de 2015- y, como consecuencia, la inexistencia de aplicaciones de transporte o mensajería. Hasta ahora.
– Uber a lo cubano –
En la misma semana en la que hace un año llegó el 3G, cuatro jóvenes recién graduados -dos ingenieros, un diseñador gráfico y una licenciada en turismo- comenzaron a trabajar en una aplicación idéntica a Uber.
«Encontramos un mapa, empezamos a estudiar diseño, programación y marketing. Entonces empezamos la idea, desarrollamos la app desde cero y la lanzamos en diciembre del año pasado», explica Claudia Cuevas, una de las artífices de la aplicación Sube, que hoy cuenta con más de 6.000 usuarios y 70 conductores.
La recién creada «startup» tuvo como primera sede un parque en el céntrico barrio habanero del Vedado, ya que contaba con un punto wifi para conectarse. Y tras meses de duro trabajo solo interrumpido por tormentas y otras inclemencias del tiempo, el éxito de la aplicación les ha brindado un techo en el barrio de Centro Habana, donde cuentan con una oficina moderna y espaciosa para los 8 profesionales que integran ya el equipo.
También tienen competencia: la aplicación Bajanda, creada por otro grupo de jóvenes emprendedores. Ambas son réplicas de Uber adaptadas a la realidad de Cuba, un país donde el uso de tarjetas de crédito es aún marginal, la conexión es inestable en algunas zonas y gran parte de los vehículos tienen más de 40 años.
Así, el trayecto económico en Bajanda puede ser a bordo de un utilitario soviético de los años 80 sin cinturón de seguridad, mientras las opciones «premium» abarcan vehículos modernos y los emblemáticos autos clásicos que pasean a turistas por La Habana.