En algo coinciden todos en el espectro político de Estados Unidos: el presidente Donald Trump ha dejado una huella profunda en los tribunales federales, tan honda que durará mucho más que su único término de cuatro años en la Casa Blanca.
Cuando era candidato, Trump usó la promesa de nombrar a jueces conservadores para conseguir el apoyo de republicanos escépticos
Luego, como presidente, Trump y su equipo de la Casa Blanca se apoyaron en organizaciones legales conservadoras y el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, para llenar implacablemente, casi robóticamente, casi todas las vacantes en la judicatura federal —más de 230 jueces en las bancas federales, incluso a tres nuevos miembros de la Corte Suprema— sin ser disuadidos por los demócratas.
Obvió críticas
De hecho, pese a las críticas demócratas, el Senado seguía confirmando a jueces más de un mes después de que Trump perdiera su reelección ante Joe Biden.
“Trump básicamente ha hecho más que ningún otro presidente en un solo mandato desde Jimmy Carter para dejar su huella en el sistema judicial”, dijo Jonathan Adler, profesor de Derecho en la Universidad Case Western Reserve, en Cleveland. El Congreso creó unas 150 nuevas magistraturas durante la presidencia de Carter, dijo.
El impacto será duradero. Entre los jueces nombrados por Trump, que tienen puestos vitalicios, varios tienen treinta y tantos años. Los tres nominados a la Corte Suprema pudieran seguir en el máximo tribunal a mediados del siglo XXI, unos 30 años más.
Aparte de la Corte Suprema, un 30% de los jueces en las cortes federales de apelaciones, donde concluyen casi todas las causas, fueron nombrados por Trump.
Los jueces que tienen que agradecerle sus posiciones a Trump rechazaron los esfuerzos del presidente contra su derrota en la elección, pero la medida real de lo que Trump consiguió será revelada en incontables decisiones judiciales en los próximos años sobre temas como el aborto, las armas de fuego, los derechos religiosos y otra serie de asuntos de las fuertes divisiones que vive el país.
Cuando la Corte Suprema impidió que Nueva York implementara ciertos límites en asistencia a iglesias y sinagogas en áreas duramente golpeadas por el coronavirus, la jueza Amy Coney Barrett, integrante más reciente de la corte, fue el decisivo quinto voto. Previamente, la corte había permitido restricciones a los servicios religiosos, con la disensión de cuatro jueces, incluso los otros dos nominados de Trump, Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh.