En Francia, la violencia urbana por la muerte del joven Nahel bajó de intensidad en la noche del domingo al lunes 3 de julio. Aunque la vuelta a la calma parece vislumbrarse en el horizonte, el balance económico es ya muy elevado, con centenares de incidentes de destrucción y saqueo. Desde el comercio al turismo, muchos sectores se ven afectados a corto y medio plazo.
Aunque todavía es demasiado pronto para cifrar con precisión los daños causados por las noches de disturbios, la factura ya parece elevada. En primer lugar, para las autoridades públicas, ya que muchos edificios públicos han resultado dañados, entre ellos escuelas, bibliotecas y ayuntamientos. También han quedado destrozados el mobiliario urbano y los transportes públicos, como autobuses y tranvías.
La otra gran víctima ha sido el sector minorista. Las imágenes que circulan por las redes sociales muestran claramente que muchas tiendas han sido saqueadas y vandalizadas. El ministro de Economía, Bruno Le Maire, hizo un primer balance el sábado 1 de julio, hablando de al menos 200 supermercados, 250 estancos y 250 sucursales bancarias atacados en toda Francia. Los comercios locales también fueron blanco de los ataques.