Cepal alerta sobre aumento en pagos de intereses de la deuda de RD y otros países

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) redujo 0.6 puntos porcentuales a la estimación de crecimiento de la economía dominicana en este 2023 que había hecho en septiembre pasado, para ubicarla en 3.1 %. El porcentaje es superior al proyectado por el Banco Central dominicano a principio de mes que lo ubicó en torno al 2.5 %.

Para el próximo año, la Cepal subió su proyección de crecimiento del país al 4.1 %, cuando en septiembre lo había fijado en 3 %. 

No obstante a la mejora proyectada, basada en análisis de datos económicos, la Cepal indica que, con 2.8 %, la República Dominicana sobrepasa ligeramente el promedio regional de 2.6 % de América Latina y el Caribe en cuanto al porcentaje que representan del producto interno bruto (PIB) los pagos de los intereses de la deuda del gobierno central. 

Entre enero y el 8 de diciembre del 2023, se había devengado el 89.4 % del presupuesto vigente de  222,787.3 millones de pesos para el pago de intereses de la deuda, según un reporte de la Dirección General de Presupuesto.

En 2012, dichos pagos de intereses de la deuda representaban el 1.9 % del PIB del país, y 10 años después (2022) subieron al 2.8 %, indica la Cepal.

Durante la presentación ayer en Santiago de Chile de su informe «Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2023″, la Cepal alertó que los altos niveles de deuda han llevado a un aumento en los pagos de intereses en la región, reduciendo el espacio fiscal. 

«Cuando miras la varianza, hay países en América Latina que llegan casi a cinco puntos del PIB, o sea, destinan cinco puntos del esfuerzo de producción que hacen en pago de intereses de la deuda. Y uno se podría preguntar: si esos cinco puntos se destinaran a políticas de desarrollo productivo, a políticas sociales y otros tipos de política, ¿qué impacto tendrían y  cuál sería el impacto sobre el crecimiento y el desarrolo de nuestros países?», reflexionó Daniel Titelman, director de la División de Desarrollo Económico de la Cepal.

Hay desaceleración 

La entidad, dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, estima que, en promedio, América Latina y el Caribe crecerá 2.2 % en 2023 y 1.9 % en 2024, lo que implica una desaceleración del crecimiento regional respecto a los niveles observados en 2022. 

Considera que estas proyecciones reflejan, por una parte, el bajo dinamismo del crecimiento económico y comercio global, «lo que se traduce en un limitado impulso desde la economía mundial». 

«Aunque la inflación ha disminuido, las tasas de interés de las principales economías desarrolladas no se han reducido, por lo que los costos de financiamiento se han mantenido en niveles elevados todo el año y se espera que continúen así durante los próximos años», analiza la Cepal en su balance.

El bajo crecimiento indica que también responde al limitado espacio interno de la política fiscal y monetaria, que enfrentan los países de la región. Resalta que «los niveles de deuda pública, si bien se han reducido, son aún elevados, lo que, sumado al aumento del costo del financiamiento, restringe el espacio fiscal».

¿Qué hacer para mejorar?

La Cepal insistió con que América Latina y El Caribe tiene la menor tasa de inversión y el menor acervo de capital público en comparación con otras regiones.

Para salir de lo que llama «la trampa de bajo crecimiento«, su secretario ejecutivo, José Manuel Salazar-Xirinachs, señaló que «es necesario escalar las políticas de desarrollo productivo con una mirada en sectores estratégicos dinamizadores, impulsar políticas para promover la inversión pública y privada, y adecuar el marco de financiamiento para potenciar la movilización de recursos».  

Perspectivas de la inflación

La Cepal proyecta que la inflación mediana de la región termine este año en 3.8 %, muy inferior al 8.2 % del 2022. Para 2024 vaticina que la caída continuará y prevé que la mediana de la tasa de inflación regional será del 3.2 %. 

En cuanto a la reducción de tasas en el 2023, aún es cautelosa, por lo que la postura de la política monetaria mantiene un sesgo restrictivo.

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