El presidente Maduro anunció el despliegue de varios millones de milicianos en respuesta a la amenaza que representa la movilización militar de Estados Unidos cerca de sus costas. El senador estadounidense Marco Rubio confirmó la semana pasada el envío de fuerzas navales y aéreas al Caribe para una operación antidrogas, poco después de que la administración duplicara la recompensa por Maduro, acusado de formar parte de un cartel, a 50 millones de dólares.
El anuncio del envío de 4,5 millones de milicianos por parte de Maduro se enmarca en el aumento de la recompensa a 50 millones de dólares por “información que conduzca al arresto” del mandatario venezolano y en el despliegue de 4.000 soldados estadounidenses, apoyados por un submarino de ataque nuclear, destructores, aviones de reconocimiento y otros buques de guerra en el Caribe.
Para Eric Sigmon, exoficial de seguridad del Departamento de Defensa estadounidense, el anuncio de Maduro tiene un elemento de política doméstica.
«No es sorprendente que Nicolás Maduro utilice la amenaza de una posible intervención estadounidense para fortalecer la cohesión entre sus seguidores y, sobre todo, dentro de las Fuerzas Armadas. Después de todo, su permanencia en el poder depende del respaldo militar. Ahora bien, hay que reconocer que el despliegue militar [estadounidense] que estamos presenciando no tiene precedentes. Representa una escalada por parte de Estados Unidos que parece estar considerando el uso de sus fuerzas armadas para una operación antidroga a gran escala en la región», sostiene Sigmon.
Para este especialista, «la lucha contra el narcotráfico liderada por Washington se ha basado tradicionalmente en la cooperación con las fuerzas policiales locales o en alianza con los gobiernos de turno». Por eso estima que «Maduro no está del todo equivocado al señalar que esta movilización es ‘inusual y preocupante’. Sin embargo, también es cierto que, desde hace años, tanto él como su antecesor, Hugo Chávez, han recurrido al discurso del peligro de los gringos para pedirle a los venezolanos que los sigan apoyando», subraya Eric Sigmon.
«Es un primer paso, una forma de tantear el terreno»
En este contexto, la posición de México cobra particular relevancia. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, declaró que defiende el principio de no intervención, no solo por convicción, sino porque está en la Constitución de su país. ¿Qué tanto tendrá en cuenta la administración Trump la postura de su vecino?
«El despliegue militar estadounidense es un primer paso. Es una forma de tantear el terreno, probar los límites del derecho internacional y evaluar las reacciones que podría generar. Para muchos países, en especial para México, esta acción resulta preocupante. Los mexicanos también temen que Estados Unidos intente replicar este tipo de medidas en su propio territorio. De hecho, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, reveló que Donald Trump le propuso enviar tropas estadounidenses a México para perseguir a los líderes de los cárteles y combatir el narcotráfico, una solicitud que ella rechazó», sostiene Sigmon.