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Santo Domingo Este, un municipio sin dolientes
Por Ana Jiménez, Periodista y comunicadora
SANTO DOMINGO ESTE. — El municipio de Santo Domingo Este, creado el 16 de octubre de 2001 mediante la Ley 163-01, nació con la promesa de desarrollo, planificación y atención directa a sus más de un millón de habitantes. Sin embargo, más de dos décadas después, la realidad es decepcionante: el municipio más grande del país sigue siendo un territorio sin dolientes.
Desde su primera gestión, encabezada por Domingo Batista del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Santo Domingo Este ha sufrido los males de la desidia y la falta de continuidad. Batista, recordado por muchos con el apodo de “Domingo Basura”, dejó una administración marcada por el desorden, la ineficiencia y el descontento ciudadano.
En 2004 llegó Juan de los Santos, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en un momento en que su partido también gobernaba a nivel nacional. Su gestión trajo cierto orden y planificación, y logró reelegirse en 2006. Pero el aparente progreso se interrumpió trágicamente con su asesinato en 2015, dejando la alcaldía acéfala y en un limbo administrativo.
Luego asumió Alfredo Martínez, conocido como “El Cañero”, hombre de confianza del sector danilista. Su gestión, para muchos, fue la más cuestionada: proyectos paralizados, deudas sin honrar, basura acumulada y un municipio dejado a su suerte. El desánimo volvió a crecer y con él, la desconfianza en la clase política local.
En 2020, los munícipes apostaron al cambio eligiendo a Manuel Jiménez, un artista y exdirigente del PLD que migró al PRM. Su discurso de transparencia, ética y rescate moral generó esperanza, pero su administración terminó opacada por los mismos males: improvisación, falta de planificación y servicios colapsados.
Y ahora, en 2024, el municipio deposita su fe —literalmente— en un pastor evangélico, Dío Astacio, quien prometió gobernar con principios y valores cristianos. Pero desde su llegada, su figura parece más la de un influencer que la de un servidor público. Más presente en las cámaras que en los barrios, más preocupado por su imagen que por los problemas que agobian a la gente.
Las oraciones no bastan cuando las calles están llenas de basura, las aguas se acumulan cada vez que llueve y la delincuencia se apodera de los sectores. Santo Domingo Este necesita acción, planificación y visión, no sermones ni poses.