Navidad: el arte de volver a lo esencial

 

Por Ana Jiménez

Para Ana Jiménez, la Navidad no es solo una fecha en el calendario: es un estado del alma. Cada año, su hogar se convierte en un escenario donde la fe, la memoria y la sensibilidad se entrelazan para dar vida a una decoración que invita a la calma y al reencuentro interior.

La propuesta decorativa huye de lo ostentoso y apuesta por lo emocional. Caballitos de madera, ositos, dulces, galletas, tazas de té y chocolate caliente forman parte de un universo cuidadosamente pensado para despertar recuerdos y sensaciones. Son elementos sencillos, pero cargados de significado, que conectan con la infancia y con la esencia de la Navidad.

Celebrar el nacimiento del Niño Dios es el eje central de este espacio. La iluminación, cálida y permanente, simboliza la esperanza y la luz que guía incluso en los momentos más complejos. “Esa luz debe encenderse y no apagarse nunca”, expresa Ana, al referirse al sentido espiritual que sostiene cada detalle.

Más que una decoración, este rincón se convierte en un lugar de encuentro. Familiares, amigos y personas cercanas se reúnen para compartir conversaciones sinceras, silencios reconfortantes y la alegría de estar presentes. Aquí, la Navidad se vive desde lo humano, lo íntimo y lo auténtico.

En tiempos de prisa y ruido, esta propuesta invita a detenerse, a reencontrarse con el niño interior y a mirar hacia el 2026 con un propósito claro: vivir con más paz, gratitud y amor por las cosas simples que verdaderamente nos hacen felices.

Ana Jimenez
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