Physical Address
304 North Cardinal St.
Dorchester Center, MA 02124
Physical Address
304 North Cardinal St.
Dorchester Center, MA 02124


El dibujante neoyorkino Robert “Bob” Kane (1915-1998) fue un adolescente apasionado por los cómics de prensa. Durante la enseñanza secundaria en el DeWitt Clinton High School hizo sus pinitos en el periódico escolar, donde coincidió con el excepcional artista Will Eisner (1917-2005). Estudió arte y entró como aprendiz en un estudio de animación.
Se introdujo luego en el mundillo del comic con irregular éxito a causa de su falta de habilidad literaria, cosa que cambiarÃa en 1938, tras conocer a Milton “Bill” Finger (1914-1974) durante una reunión de antiguos alumnos del DeWitt Clinton.
Natural de Denver, Finger era un escritor talentoso, empleado en una zapaterÃa, que siempre quiso ser guionista de cómics, por lo que la alianza entre ambos fue cosa lógica.
Los creadores de Superman, Jerome “Jerry” Siegel (1914-1996) y Joseph “Joe” Shuster (1914-1992), eran otros dos adictos al cómic que habÃan creado las bases de su personaje ya en 1933, cuando vivÃan en Cleveland (Ohio). Al igual que Kane y Finger, habÃan compartido centro escolar, el Glenville High School.
Mientras Siegel habÃa soñado desde siempre con ser escritor, debutando en la revista del instituto, Shuster tenÃa un gran talento artÃstico; siempre quiso ser dibujante y, aunque era repartidor, colaboraba habitualmente como ilustrador con Siegel por pura afición.
En 1933, Siegel y Shuster se centraron en las comic-strips. CreÃan que la industria emergente del cómic les ofrecerÃa más posibilidades que el exigente mercado de las publicaciones pulp.
Pero ninguna agencia de sindicación se interesó por su trabajo. Ello no impidió que siguieran atosigando a los editores en busca de un espacio que lograron en 1935, cuando la naciente National Allied Publications buscaba personal ajeno a los syndicates con el que alimentar sus cabeceras reduciendo costes.
La compra de National Allied por parte de Harry Donenfeld (1893-1965) y Jacob “Jack” Liebowitz (1900-2000), quienes la rebautizaron como Detective Comics Incorporated, precipitarÃa el nacimiento de Superman, pues ambos buscaban estrella para lanzar una nueva cabecera, Action Comics.
Fue el editor, Vincent “Vin” Sullivan (1911-1999), quien intuyó el atractivo del Hombre de Acero, de suerte que los veinteañeros Siegel y Shuster, inocentemente, vendieron el personaje y todos los derechos a DC por 130 dólares de la época.
Superman, alumbrado en junio de 1938, cuyo aspecto heroico se inspiraba en el célebre actor Douglas Fairbanks (1883-1939), entretanto su alter ego, Clark Kent, no era otro que el cómico Harold Lloyd (1893-1971), causó una verdadera convulsión.

La fusión entre historia de alienÃgenas, aventura, poderes sobrenaturales, valores heroicos y justicia cautivó inmediatamente a los lectores. Era una combinación eficiente para el público infantojuvenil de la infinidad de ideas que ya andaban circulando en el circuito del cómic y el pulp.
Sullivan se concentró entonces en la segunda revista de DC, Detective Comics, destinada a historias policÃacas y de misterio. HabÃa encontrado un filón, por lo que decidió que esta cabecera también contarÃa con su justiciero estelar.
Reunió a todos los artistas de la casa, Kane entre ellos, y les proporcionó pocas instrucciones, pero nÃtidas: el personaje debÃa tener un aspecto similar a Superman, pero encajando en la temática de la publicación.
Bob Kane tenÃa ideas, pero no era escritor. Lo ignoraba todo acerca de los relatos, la intrahistoria o las motivaciones del proyecto, pero tenÃa claro que su héroe no podÃa venir de otro planeta como Kal-El.
Tratándose de un detective, se alejarÃa de la fantasÃa o la ciencia-ficción, pero tendrÃa habilidades similares a las de Flash Gordon, que ya arrasaba en la prensa adulta.
Encontró entre sus bocetos algo con lo que comenzar cuando recuperó un antiguo personaje desechado. El principal cambio que introdujo serÃa la capa: desde la infancia le habÃa maravillado el ornitóptero de Leonardo da Vinci (1452-1519), cuyas alas podÃan ajustarse al cuerpo mediante un arnés y darle el aspecto surrealista de un hombre murciélago.
Además, en 1920 se estrenó The Mark of Zorro, dirigida por Fred Niblo (1874-1948) e interpretada por el inevitable Douglas Fairbanks, pelÃcula que a Kane le fascinaba.
El personaje, nacido del relato de 1919 The Curse of Capistrano, de Johnston McCulley (1883-1958), era perfectamente antisimétrico a Superman, hecho que vendrÃa a justificar sus futuras confrontaciones: el kryptoniano sólo era verdaderamente él cuando se descubrÃa, pero Batman solo serÃa él mismo cuando se cubriese.
Sin embargo, no bastaba con lanzar a un tipo en leotardos con alas de murciélago a revolotear sobre los criminales. DebÃa tener un entorno propio que justificase su apariencia y estilo.
Recordó entonces otra pelÃcula experimental de 1930 dirigida por Roland West (1885-1952), The Bat Whispers, basada en una novela plena de goticismo tardÃo de Mary Roberts Rinehart (1876-1958).
El argumento se centraba en la figura de un aterrador criminal sin identidad que actuaba disfrazado con un traje de murciélago. Asà nació la turbia atmósfera de lo que luego serÃa Gotham City, otra antisimetrÃa perfecta con la cegadora luminosidad de la Metrópolis en la que se desenvolvÃa Superman.
No obstante, Kane necesitaba de un adecuado marco narrativo, tarea que recayó sobre Bill Finger.
Un autor meticuloso, que ponÃa gran interés en la documentación y los detalles, que se encargó de pulir el concepto y hacerlo funcionar: las mallas originales del boceto eran rojas, carecÃa de guantes y se cubrÃa el rostro con un antifaz.
AsÃ, pensando ya en futuros argumentos, las primeras aportaciones de Finger serÃan decisivas: dotarlo del famoso capuchón de orejas puntiagudas, y que éste fuera la extensión de una capa con cortes en la punta, de modo que cuando el personaje corriera, saltara o se balanceara, adquiriese el aspecto del ornitóptero davinciniano.
Después, para incrementar el aspecto intimidante, sugirió que no se le vieran los ojos y modificó el color del traje hacia una combinación de negro y gris, más apropiada para actuar en la oscuridad.
Tras analizar la idea de la dualidad de intenidades de El Zorro, Finger pensó en diferentes opciones de sesgo aristocrático y colonial que podrÃan adecuarse al nombre de un rico y aburrido millonario playboy como el del legendario monarca escocés Robert Bruce.
Recordó asimismo el nombre de un general de la guerra de la independencia estadounidense: “Mad” Anthony Wayne (1745-1796). AsÃ, el alter ego de Batman no serÃa otro que Bruce Wayne, cosa que al dibujante le pareció divertida por la obvia rima consonante con su propio nombre, Bob Kane.
Eso presentaron a Vin Sullivan, que se convenció de inmediato. Ahora habÃa que generar la primera historia de The Bat-Man, siempre con el guion intercalado en los primeros tiempos.

Bill Finger asumió que el personaje no tenÃa poderes especiales, e insistirÃa contumaz en la idea de subrayar su humanidad, aclarando que podÃa ser herido e incluso morir, a fin de alejarlo de Superman. Recurrió a sus fuentes de inspiración habituales: el pulp de género policÃaco y el cine negro.
En concreto, existÃa ya un personaje radiofónico de su interés, que guardaba muy singulares parecidos con su creación: The Shadow –La Sombra–, un millonario llamado Lamont Cranston que redimÃa un turbio pasado aterrorizando a los criminales, valiéndose de capacidades mentales y de ocultación aprendidas en el TÃbet.
La primera historieta de Batman, de tan solo seis páginas, titulada The Case of The Chemical Syndicate, hizo algo tan inteligente como dar por supuesto que el lector ya estarÃa familiarizado con los contextos y situaciones tópicos del género.
Ubicaba al héroe ya en acción, resolviendo un caso de asesinato y desvelando su verdadera identidad en la última viñeta.
El guion era muy básico. El dibujo parecÃa apresurado. De hecho, ambos elementos irÃan perfeccionándose sobre la marcha y en la medida en que los creadores entendieron a la creación, pero el conjunto era efectista y sorprendió a los lectores.