La mezquindad con la educación: un obstáculo para el futuro del país

A pesar de los millonarios recursos destinados al Ministerio de Educación, la precariedad laboral de los docentes contratados desnuda un sistema que maltrata la vocación y condena a la escuela pública al estancamiento.

La República Dominicana destina cada año miles de millones al sector educativo, pero en la práctica los resultados son tan contradictorios como preocupantes. La falta de maestros en las aulas se resuelve de la peor manera: contrataciones temporales que disfrazan la crisis pero no la solucionan.

Miles de profesores se presentan anualmente a los concursos. Muchos quedan fuera por apenas dos o tres puntos en los exámenes. Lo irónico es que esos mismos docentes terminan frente a curso como contratados, cobrando apenas RD$27,000, cuando un nombramiento en el sistema les garantizaría alrededor de RD$60,000 más los beneficios de la carrera magisterial.

👉 La pregunta es inevitable: ¿cómo pretende avanzar un país que margina a quienes tienen la misión de formar a sus futuras generaciones?

Esta práctica desincentiva la vocación. Un profesor contratado no encuentra motivación para dedicarse a lo que estudió. Jóvenes con verdadera pasión por enseñar hoy piensan que es un “sacrificio estéril”. Muchos se ven obligados a buscar otros oficios, y otros abandonan la docencia convencidos de que la educación, en estas condiciones, es perder tiempo y dinero.

El panorama empeora en este 2025: el Ministerio de Educación no abrió concursos, bajo el argumento de la llegada de un nuevo ministro. Una decisión que no aporta soluciones y que solo profundiza la frustración de quienes esperaban una oportunidad justa.

🔴 No es casual que cada vez más padres, aun con ingresos limitados, prefieran matricular a sus hijos en colegios privados. La educación pública ha perdido credibilidad, y con ello la confianza en que pueda garantizar un futuro mejor.

Las consecuencias son evidentes:

  • Un país con un sistema educativo débil forma ciudadanos limitados.
  • Una sociedad que no piensa ni cuestiona termina eligiendo gobernantes sin capacidad de transformar.

La República Dominicana debe asumir una verdad incómoda: la mezquindad hacia los maestros es mezquindad hacia el futuro.
Mientras no se dignifique la profesión docente, el discurso del desarrollo seguirá siendo un espejismo.

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