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Las imágenes que hoy recorren el país evocan, de manera inevitable, la recordada Marcha Verde, aquel movimiento social que marcó un antes y un después en la historia reciente de la República Dominicana. En el año 2020, una ciudadanía cansada del desgaste político, del manejo ineficiente de las políticas públicas y del uso cuestionable de los recursos del Estado decidió castigar en las urnas al Partido de la Liberación Dominicana, tras más de dos décadas en el poder.
La promesa era clara: un cambio real, transparencia, institucionalidad y una nueva forma de gobernar. Bajo ese discurso llegó al poder el actual partido de gobierno, el PRM, impulsado por miles de dominicanos de buena fe que soñaban con un país más justo y funcional.
Sin embargo, cinco años después —cuatro de gestión y uno tras la reelección— la realidad obliga a una reflexión seria y responsable. Persisten los señalamientos de corrupción, abundan los funcionarios que no cumplen con su rol, las políticas públicas necesarias para el desarrollo nacional siguen sin ejecutarse y las legislaciones, aun cuando son aprobadas, muchas veces quedan en letra muerta. A esto se suman denuncias, procesos judiciales y extradiciones que involucran a miembros del partido gobernante, erosionando la confianza ciudadana.
Hoy volvemos a ver en las calles a comunicadores, periodistas, actores, representantes de la sociedad civil y ciudadanos de todos los sectores. Muchos de ellos son los mismos protagonistas de aquella Marcha Verde. Y es precisamente ahí donde surge la preocupación legítima: ¿estamos frente a un nuevo despertar ciudadano o ante la repetición de una historia ya vivida?
Ojalá que esta vez la movilización no sea utilizada como plataforma para intereses políticos disfrazados de causas sociales. Ojalá que no haya manos ocultas buscando repartirse, una vez más, partes del botín del poder. Ojalá que el clamor sea auténtico y tenga como centro al país, y no a proyectos personales o partidarios.
Porque si algo ha quedado claro, es que quien siempre paga las consecuencias de las decepciones políticas es el más vulnerable. Por el bien de la República Dominicana, por el bien del desvalido, ojalá que esta vez no se repita la historia.