La gobernadora de Puerto Rico, Wanda Vázquez, cumple este domingo un mes desde que inició su mandato tras acceder al poder de forma tumultuosa, un período en el que ha logrado devolver algo de normalidad a una isla necesitada de un sosiego que le permita avanzar.
Por carambola y tras tres gobernadores en un semana, Vázquez inició la gobernación hace cuatro semanas sustituyendo al gobernador más breve de la historia de la isla -tres días-, Pedro Pierluisi, quien, a su vez, había accedido tras la dimisión de Ricardo Rosselló.
Un gobernador que tras dos años y medio en el Gobierno, participar en un chat privado junto a asesores próximos y una veintena de manifestaciones diarias en San Juan se vio obligado a dimitir.
Rosselló dejaba a Vázquez una isla sumida en más de 10 años de recesión económica, de una deuda impagable de cerca de 70.000 millones de dólares que provocó una suspensión de pagos y detenciones de funcionarios por un presunto fraude de 15,5 millones de dólares en fondos de EE.UU entre 2017 y 2019 -que implicó, entre otros, a la exresponsable de educación de Puerto Rico Julia Keleher, todo en medio de la devastación causada hace casi dos años por el huracán María.
Las ayudas de EE.UU., país del que la isla es un estado libre asociado, llegan con cuentagotas, los seguros no terminan de reembolsar el dinero para arreglar desperfectos generados por el huracán y la estatal Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) sobrevive con unas instalaciones arcaicas y una monumental deuda, gracias al ciclón.
La luz es intermitente para muchos a lo largo del día o de la semana, muchas carreteras siguen sin iluminación, miles de viviendas tiene tejados provisionales y varias escuelas han cerrado, mientras la Junta de Supervisión Fiscal (JSF), una entidad establecida por el Congreso en Washington ante la enorme deuda de la isla, amenaza con retirar las pensiones de los funcionarios.