Thiaggo Marrero Peralta, Emery Rodríguez y Conrad Pittaluga. Antes de que iniciaran las audiencias del juicio de los sobornos de Odebrecht, sus nombres no eran tan conocidos por la opinión pública. Sin embargo, iniciada esa fase, han trascendido como los tres abogados más jóvenes litigando en el controversial caso de corrupción que se ventila en la Suprema Corte de Justicia.
Cada uno tiene un fin común; desmontar la acusación que el Ministerio Público ha instrumentado en contra de sus defendidos, y aunque alguno ha sido criticado por asumir la defensa de los encartados en el caso, su visión es clara: “los abogados defienden derechos”.
De manera particular, también quieren dejar una estampa en la historia de este proceso.
Emery Rodríguez quiere desmontar el mito de que el derecho penal es un asunto de hombres. Thiaggo Marrero Peralta quiere que la gente entienda que todo el mundo tiene derecho a ser defendido, mientras que Conrad Pittaluga pretende limpiar el honor de su padre y con ello, el de toda su familia.
Thiaggo Marrero Peralta, actualmente, es uno de los miembros del consejo de abogados que defiende a Andrés Bautista en el caso Odebrecht, cuestión que en un principio le generó algunas recriminaciones de grupos con ideología anticorrupción con los que se vinculaba.
“Mis compañeros de ese entorno y gente ligada a mí, no entendían cómo alguien que había tenido un discurso contra la corrupción, al mismo tiempo, podría asumir el caso de una persona que estaba siendo acusada de corrupción”, revela el joven abogado a Diario Libre.
Sin embargo, explica que eso se debe a que mucha gente no entiende cuál es el oficio de un abogado: “aunque mucha gente no entienda este oficio, mal sería que los abogados no defendieran a quienes la gente considera culpable, porque entonces daría lugar a que cualquiera de nosotros pudiéramos, en algún momento, ser sujeto de arbitrariedades y que nadie nos quiera defender”.
Dice que defender derechos “esa es la única manera que nos garantiza a todos nosotros vivir en una democracia y en un Estado de derecho que, por lo menos, respete mínimamente la dignidad de las personas”.
Marrero Peralta está convencido de que va del lado correcto de la historia, pues cree que a Andrés Bautista lo vincularon en el caso por un asunto político.
“En este caso particular, estoy convencido de la causa de Andrés Bautista, estoy convencido de que ha sido sometido por un tema político, no porque el Ministerio Público haya hecho una investigación objetiva, como le ordena la ley. Estoy convencido del lado correcto de la historia”, considera.
Marrero Peralta tiene 29 años. Es licenciado en derecho de la Pontificia Universidad Católica de Santo Domingo (PUCMM) desde 2011, y tiene maestrías en derecho empresarial y derecho público, ambas realizadas de universidades de España.
Una tía llamada Soraya Peralta, quien es abogada, fue su mayor impulso para estudiar esa carrera. Es nacido en la capital, pero gran parte de su niñez la vivió en Villa Altagracia.
Emery Rodríguez forma parte de la barra de defensa del imputado Ángel Rondón. Es la única mujer que litiga en el caso Odebrecht y está convencida de que el trabajo que realiza está a la altura de los demás abogados, aunque reconoce que quienes “somos litigantes mujeres, lidiamos con situaciones un poco más difícil para que pueda ser reconocido nuestro trabajo”.
La abogada agradece el hecho de estar en una barra de abogados en donde todos les han dado la oportunidad “primero porque saben que soy competente, no necesariamente por escudarme en eso de que soy mujer y hay que darme la oportunidad, no. Yo soy mujer, estoy en una barra y estoy en la misma capacidad intelectual de poder llevar ese proceso como cualquier hombre”.
Ser abogada del principal acusado en el caso de sobornos de Odebrecht no le ha generado ninguna animadversión en su entorno profesional, familiar o con sus amistades.
“Mi entorno está feliz. Porque saben que tengo capacidad de llevar un expediente como ese. No me ha generado ningún rechazo ni de mi familia ni de mis amigos. Pero sabes por qué, porque nunca he llevado mi vida personal a mi ejercicio. Y porque creo que todo el mundo se presume inocente hasta que se pruebe lo contrario”, refiere la abogada.
Emery Rodríguez nació en San Juan de la Maguana, aunque siendo muy pequeña sus padres se mudaron a Santiago de los Caballeros, ciudad en donde creció y se formó. Se graduó en derecho en 2005 en la Universidad Tecnológica de Santiago (Utesa). Tiene especialidad en derecho constitucional, derecho procesal penal y administrativo.
La motivó a estudiar derecho un abogado de nombre Emerson Soriano, el padre de unos vecinos amigos. Con frecuencia Soriano le pedía tanto a ella como a sus hijos que lo ayudaran a redactar documentos legales a máquina y allí es cuando Rodríguez fue conociendo de asuntos ligados a las leyes.
Fue defensora pública por casi tres años y en la actualidad, además de litigar en los tribunales, tiene su propio bufete de abogados y colabora con el Tribunal Constitucional enseñando la Constitución en las escuelas públicas.
Conrad Pittaluga es un joven de 31 años que siguió los pasos de su padre Conrado Pittaluga y se convirtió en abogado. En su familia el estudio del derecho es una tradición que ha pasado de generación en generación, tanto así que una de las calles que rodea la Corte de Apelación del Distrito Nacional lleva el nombre de uno de sus bisabuelos maternos; Horacio Vicioso.
A su edad, le ha tocado el caso más importante de su vida, defender a su padre de la acusación por corrupción que le hace el Ministerio Público en el caso Odebrecht.
“En este caso para mí, en este caso no está solo el honor de mi padre, sino de toda mi familia y debo de destacar que mi padre ha sido injustamente encartado en este proceso. Eso no lo digo desde el punto de vista emocional, lo digo desde el punto de vista como técnico del derecho. Porque el estudio pormenorizado del expediente así lo revela”, comenta Conrad Pittaluga.
No ha tenido ningún señalamiento por estar en el caso. Asegura que tampoco ha tenido que darles ninguna explicación a sus amigos, porque ellos entienden su posición y creen en la inocencia de su padre.
Conrad Pittaluga se graduó Magna Cum Laude de derecho en 2010 en la Universidad Iberoamericana (Unibe), pero en ese tiempo ya tenía cuatro años trabajando como paralegal en la oficina de su padre. Tiene maestría en derecho privado de una universidad de Francia.