España celebrará el domingo sus cuartas elecciones generales en cuatro años, y las segundas en 2019, en un ambiente marcado por la desconfianza del electorado y una renovada apuesta por el independentismo en Cataluña, que ha impulsado a la ultraderecha.
El primer obstáculo que enfrentará quienquiera que gane los comicios será superar un panorama político cada vez más fragmentado y polarizado para conformar una mayoría parlamentaria que respalde a su gobierno.
Esta podría ser una tarea complicada. El Partido Socialista del presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, parece encaminado a repetir como la fuerza más votada en el Parlamento, pero con menos escaños de los que logró en abril, cuando el candidato fue incapaz de lograr el apoyo de sus rivales de la izquierda para mantenerse en el poder.
Sánchez es uno de los cinco aspirantes a la presidencia del gobierno. En los últimos días, ha tratado de convencer tanto a los indecisos como a los votantes de centro afirmando que su próximo mandato se centrará en cuestiones económicas y endureciendo su postura sobre el independentismo catalán.
Sus esfuerzos coinciden con el aumento del respaldo al conservador Partido Popular y a la formación de ultraderecha Vox tras las masivas protestas registradas en Cataluña el mes pasado en respuesta a las condenas de prisión a nueve líderes secesionistas por la intentona independentista de hace dos años en la adinerada región nororiental.
‘No estoy dispuesto a que un rebrote de nacionalismo extremo en Cataluña cuestione, desde una falsa narrativa repleta de mentiras, los logros de la democracia española’, escribió el líder, de 47 años, en una columna publicada esta semana en varios periódicos europeos.
Pero según el analista político Pablo Simón, profesor en la Universidad Carlos III, el contexto de estos comicios hace aún más difícil el convencer a nuevos votantes.
‘Todo viene dado por una suerte de enfado notable de la opinión pública ante la repetición electoral, con niveles de descontento récord con la clase política y un enorme pesimismo respecto a cuál va a ser la marcha de la economía el año próximo”, manifestó.
Aunque Sánchez logre recabar el apoyo del partido antiausteridad Unidas Podemos y de su nueva escisión, Más País, un hipotético gobierno socialista necesitaría o bien el respaldo de formaciones regionales más pequeñas o la abstención de la oposición de derechas.
La cuarta economía de la eurozona no tiene un gobierno estable desde mediados de 2018, cuando Sánchez derrocó a los conservadores, marcados por los escándalos de corrupción, en una moción de censura en el Congreso de los Diputados. Su gobierno de centroizquierda en minoría colapsó menos de un año después al perder el respaldo de los regionalistas.
Los socialistas de Sánchez pasaron de 85 a 123 escaños en las elecciones de finales de abril. Pero para gobernar necesitaba una mayoría absoluta, o el voto favorable de 176 de los 350 diputados de la cámara baja, y sus discrepancias con el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, le impidió lograrlos.
Las últimas encuestas muestran que las dos formaciones de izquierda podrían perder terreno.
El Partido Popular, por su parte, se recuperaría tras perder más de la mitad de su representación parlamentaria en abril, cuando sacó apenas 66 diputados. Según las encuestas, los conservadores tendrían un mejor resultado esta vez. Pero las opciones de su candidato, Pablo Casado, de formar gobierno son menores que las de Sánchez, ya que se espera que su aliado natural, la formación de centroderecha Ciudadanos, no logre un buen resultado.
El partido que más se ha beneficiado hasta la fecha de la crisis catalana ha sido Vox, gracias a su mezcla de nacionalismo español y populismo.
Además de pedir la anulación del autogobierno en Cataluña y la ilegalización de los partidos independentistas de la región, Vox reforzó su retórica antiinmigración. Publicó videos electorales en los que relacionó a los migrantes con la delincuencia y celebró mítines en el exterior de centros para menores no acompañados.
Vox obtuvo 24 escaños en abril, menos de lo que pronosticaban los sondeos entonces, aunque una victoria sin precedentes para la ultraderecha española, que estaba en los márgenes de la política de masas desde el final de la dictadura del general Francisco Franco en 1975. Esta vez, las encuestas sugieren que Vox podría tener al menos 40 representantes en el Congreso.
La formación respalda coaliciones de gobierno minoritarias entre el Partido Popular y Ciudadanos en las regiones de Madrid, Andalucía y Murcia, y sus votos fueron claves en la formación de muchos gobiernos locales, explicó Bonnie Field, profesora de Estudios Globales en la Universidad de Bentley.
‘Si los partidos de derechos logran una sorpresiva victoria el domingo, este acuerdo estará seguramente sobre la mesa”, adelantó.
Se espera que la participación en esta repetición de los comicios sea baja, algo que generalmente beneficia a los partidos de derechas. Según Field, los socialistas lograron movilizar al electorado en abril en base al ‘miedo a la derecha radical y a la posibilidad de que un gobierno de derechas dependiera de ellos”.
‘Veremos si eso funciona de nuevo”, añadió.